Formaciones del inconsciente freud
Aldea de Lacan
En la década de 1980, se inventaron los términos «inconsciente cognitivo» para denominar una perspectiva sobre los procesos mentales inconscientes independiente de los puntos de vista psicoanalíticos. Por varias razones, los dos enfoques del inconsciente se conciben generalmente como irreductibles. En la actualidad, asistimos a una cierta convergencia entre ambos campos. El objetivo de este trabajo consiste en examinar los cuatro postulados básicos del inconsciente freudiano a la luz de las ciencias neurocognitivas. Estos postulan: (1) que algunos procesos psicológicos se realizan inconscientemente y determinan causalmente los procesos conscientes, (2) que se rigen por sus propias reglas cognitivas, (3) que establecen sus propias intenciones, (4) y que conducen a una organización conflictiva del psiquismo. Mostramos que cada uno de estos postulados es objeto de trabajos empíricos y teóricos. Si los dos campos se refieren a mecanismos más o menos similares, proponemos que su oposición descansa en un malentendido epistemológico. Como conclusión, promovemos una reunificación conservadora de las dos perspectivas.
Seminario Lacan 7
Antes de profundizar en este importante trabajo, podemos señalar el hecho de que, desde el principio, Freud diferencia dos tipos de inconsciente. Nos dice que aunque lo reprimido es inconsciente, el inconsciente no es simplemente la suma de lo reprimido: «Lo reprimido no abarca todo lo que es inconsciente. El inconsciente tiene un ámbito más amplio: lo reprimido forma parte del inconsciente» (p. 166). Como veremos, más adelante en el artículo afirma que «El inconsciente comprende, por un lado, los actos meramente latentes, temporalmente inconscientes, pero que no difieren en ningún otro aspecto de los conscientes y, por otro lado, los procesos como los reprimidos, que si se hicieran conscientes estarían destinados a destacar en el más crudo contraste con el resto de los procesos conscientes» (p.172). Así que como punto de partida tenemos el inconsciente como aquello de lo que simplemente no somos conscientes, pero también otro tipo de inconsciente que es resultado del proceso que él llama represión. Lo más importante que hace Freud en este trabajo es distinguir entre ambos, presentar un inconsciente que podría llamarse propiamente «freudiano» y mostrarnos lo que tiene de único.
Seminario Lacan 4
La idea del inconsciente es el mayor diferenciador que separa al psicoanálisis de todas las demás prácticas «psíquicas». La fidelidad a una determinada comprensión de la naturaleza y el carácter del inconsciente es el fundamento del psicoanálisis como disciplina. De ahí que una teoría del psicoanálisis deba dar cuenta de la «materia», el «funcionamiento» y el «producto» del inconsciente.
Ahora mismo, sin embargo, en 2017, una de las mayores escuelas lacanianas del mundo está a punto de reunirse para su conferencia anual bajo el título «Sobre el inconsciente». Cientos de psicoanalistas se reunirán en París para discutir lo que evidentemente sigue siendo un tema difícil, pero muy relevante.
Y con razón. Cuando los psicoanalistas -en particular los lacanianos- hacen afirmaciones audaces como «el inconsciente está estructurado como un lenguaje», esto no nos exime de poder responder a ciertas preguntas «ingenuas» sobre el inconsciente:
A lo largo de los años, muchos han puesto en tela de juicio la idea psicoanalítica del inconsciente. Hans Eysenck se preguntaba por qué, al principio de la Interpretación de los Sueños, Freud ofrecía el sueño de la inyección de Irma como una especie de ejemplo de su teoría. Si mostraba que los sueños representaban el cumplimiento de deseos inconscientes, pero la propia interpretación de Freud sólo mostraba el deseo de ser absuelto de una mala práctica médica, ¿qué había de inconsciente en ello? La cuestión se complica por el hecho de que, al final de la Interpretación de los Sueños, Freud admitió que «no puedo decir si podemos atribuir la realidad a los deseos inconscientes» (SE V, 620, cursiva suya).
Lacan en Irlanda
Señalemos el registro de la intención significante, del «querer-decir» (le vouloir-dire). No podemos definir un lapsus sin referencia a un «querer-decir» diferente, anterior. Cuando hablamos de un desliz, nos referimos a la interferencia de otro «querer-decir», como si otro hubiera hablado, y cuya supuesta intención hizo fracasar al primero. El chiste es el triunfo del «querer-decir» en la medida en que, según Freud, es finalmente el otro quien se lo apropia y obtiene un plus de placer mayor que el del propio emisor. El error es el equivalente a un deslizamiento en la acción. Supone una intención que es atravesada por otra que la hace encallar. Pero el síntoma, como tal, no parece estar relacionado con un querer-decir.
En su estado primitivo, previo a toda domesticación analítica -que llamamos «transferencia clínica»- el síntoma puede pasar desapercibido para el sujeto, especialmente el obsesivo. Es muy difícil no percibirlo en la histeria de conversión. Freud señaló que el síntoma obsesivo -como en el caso del Hombre de las Ratas- se formaliza en el análisis y adquiere su envoltura formal en la transferencia. Sólo su inclusión en el circuito de la palabra permite el «querer-decir» del síntoma. Sólo en este momento surge la pregunta: «¿Qué significa el síntoma (veut dire)?».