Formacion de dioxido de azufre

Condiciones de dióxido de azufre a trióxido de azufre

El dióxido de azufre (ortografía recomendada por la IUPAC) o dióxido de azufre (inglés tradicional de la Commonwealth) es el compuesto químico de fórmula SO2. Es un gas tóxico responsable del olor de las cerillas quemadas. Se libera de forma natural por la actividad volcánica y se produce como subproducto de la extracción de cobre y la quema de combustibles fósiles con azufre. El dióxido de azufre tiene un olor penetrante como el del ácido nítrico[cita requerida].

En otros planetas, el dióxido de azufre puede encontrarse en varias concentraciones, siendo la más significativa la atmósfera de Venus, donde es el tercer gas atmosférico más abundante con 150 ppm. Allí, reacciona con el agua para formar nubes de ácido sulfúrico, y es un componente clave del ciclo global del azufre atmosférico del planeta y contribuye al calentamiento global[10] Se ha implicado como un agente clave en el calentamiento de los primeros tiempos de Marte, con estimaciones de concentraciones en la atmósfera inferior de hasta 100 ppm[11], aunque sólo existe en cantidades traza. Tanto en Venus como en Marte, al igual que en la Tierra, se cree que su fuente principal es volcánica. La atmósfera de Io, un satélite natural de Júpiter, contiene un 90% de dióxido de azufre[12] y se cree que también existen trazas en la atmósfera de Júpiter.

Formación de la ecuación del trióxido de azufre

Resumen. Se realizaron mediciones aéreas, obtenidas durante el Experimento de Caracterización de Aerosoles de Asia (ACE-Asia), de las concentraciones de SO2 y núcleos de condensación (CN) en el entorno local de una banda de cúmulos. Las cantidades conservadas, la temperatura potencial equivalente húmeda θq, y el contenido total de agua Q, se utilizaron para identificar las fuentes de aire retenido en el lado del viento de la banda de cúmulos. Se comprobó que el 65% del aire retenido procedía de la base de la nube y el resto era aire que había sido arrastrado desde la troposfera libre a barlovento de la nube y posteriormente retenido. El cálculo de las fuentes de los paquetes de aire arrastrado permitió predecir la concentración de SO2 y CN, suponiendo que el SO2 y el CN no experimentaban ningún procesamiento dentro de la nube. Se comparó la concentración prevista de SO2 y CN con la observada. La concentración de SO2 observada fue inferior a la prevista y se calculó la cantidad de SO2 eliminada dentro de la nube. La concentración de CN observada también fue inferior a la predicha y, además, la inclusión de la pérdida de CN en las gotas de la nube debido al barrido browniano dio lugar a una mayor disminución de la concentración numérica de CN predicha. Las regiones de aire claro alrededor de la nube no mostraron ningún indicio de ser una fuente importante de nuevas partículas. Se concluyó que se formaron nuevas partículas dentro de la nube.

Dióxido de nitrógeno

El dióxido de azufre, SO2, es un gas o líquido incoloro con un fuerte olor a asfixia. Se produce a partir de la quema de combustibles fósiles (carbón y petróleo) y de la fundición de minerales (aluminio, cobre, zinc, plomo y hierro) que contienen azufre.

El dióxido de azufre se disuelve fácilmente en el agua para formar ácido sulfúrico. El ácido sulfúrico es uno de los principales componentes de la lluvia ácida. La lluvia ácida puede dañar los bosques y los cultivos, modificar la acidez de los suelos y hacer que los lagos y los arroyos se vuelvan ácidos y no sean aptos para los peces. El dióxido de azufre también contribuye a la descomposición de los materiales de construcción y las pinturas, incluidos los monumentos y las estatuas.

La mayor parte del dióxido de azufre que se libera en el medio ambiente procede de las compañías eléctricas, especialmente las que queman carbón. Otras fuentes de dióxido de azufre son las refinerías de petróleo, la fabricación de cemento, la fabricación de pasta de papel y las instalaciones de fundición y procesamiento de metales. Las locomotoras, los grandes barcos y algunos equipos diésel no de carretera queman actualmente combustible con alto contenido de azufre y liberan dióxido de azufre en el aire. En la naturaleza, las erupciones volcánicas pueden liberar dióxido de azufre en el aire.

Efectos del dióxido de azufre sobre la salud

El dióxido de azufre (SO2), un gas incoloro, maloliente y tóxico, forma parte de un grupo más amplio de sustancias químicas denominadas óxidos de azufre (SOx). Estos gases, especialmente el SO2, se emiten al quemar combustibles fósiles -carbón, petróleo y gasóleo- u otros materiales que contienen azufre. Las fuentes son las centrales eléctricas, las instalaciones de procesamiento y fundición de metales y los vehículos. Los vehículos y equipos diésel han sido durante mucho tiempo una de las principales fuentes de dióxido de azufre, pero la reciente normativa federal para reducir el contenido de azufre de los combustibles diésel ha supuesto una mejora significativa de las emisiones de este sector.    El dióxido de azufre es también un subproducto natural de la actividad volcánica.

Al igual que el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre puede crear contaminantes secundarios una vez liberado en el aire. Entre los contaminantes secundarios que se forman con el dióxido de azufre se encuentran los aerosoles de sulfato, las partículas y la lluvia ácida.

El dióxido de azufre, el SOx asociado y los contaminantes secundarios pueden contribuir a las enfermedades respiratorias al dificultar la respiración, especialmente en el caso de los niños, los ancianos y las personas con enfermedades preexistentes. Las exposiciones prolongadas también pueden agravar las afecciones cardíacas y pulmonares existentes. El dióxido de azufre y otros SOx son en parte culpables de la formación de una espesa niebla y smog, que puede perjudicar la visibilidad además de afectar a la salud.