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Derecho a la formacion profesional



julio 6, 2022

Parte 1: VET. Es ahora mismo.

En lo que respecta específicamente a las personas con discapacidad, la Declaración sobre los Derechos de los Retrasados Mentales establece en su apartado 3 que las personas con discapacidad tienen «…derecho a realizar un trabajo productivo o a dedicarse a cualquier otra ocupación que tenga sentido hasta el máximo de sus capacidades».

Las Directrices de Tallin para la Acción sobre el Desarrollo de los Recursos Humanos en el Ámbito de la Discapacidad establecen en el párrafo 33: «Las personas discapacitadas tienen derecho a recibir formación y a trabajar en igualdad de condiciones en la fuerza de trabajo regular.»

El párrafo 6 de la Declaración de los Derechos de los Discapacitados establece que «…las personas discapacitadas tienen derecho a (…) la educación, la formación profesional y la rehabilitación, (…) que les permitan desarrollar al máximo sus capacidades y aptitudes y aceleren los procesos de su integración o reintegración social.»

Según el artículo 1 (5) del Convenio sobre la orientación y la formación profesionales para el desarrollo de los recursos humanos (Convenio nº 142 de la OIT), los Estados deben aplicar programas y políticas para «…estimular y capacitar a todas las personas, en igualdad de condiciones y sin discriminación alguna, para desarrollar y utilizar sus capacidades para el trabajo…».

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El artículo 166 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea reconoce que los países de la UE son responsables del contenido y la organización de la EFP nacional y que el papel de la UE es complementar sus acciones. Así, la política de la UE pretende hacer frente a retos comunes como el envejecimiento, el déficit de competencias y la competencia mundial, con el objetivo de mejorar la empleabilidad y las competencias.

Como se subraya en la Recomendación del Consejo de 24 de noviembre de 2020, la EFP tiene un papel fundamental para contribuir a la competitividad sostenible, la equidad social y la resiliencia para la preparación de los jóvenes a fin de que se incorporen con éxito a la vida laboral y para las necesidades de mejora y recualificación de la población en edad de trabajar, a fin de dotar a todos de los conocimientos, las capacidades y las actitudes necesarias para prosperar en su desarrollo profesional, social y personal.

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De acuerdo con el principio de subsidiariedad, la responsabilidad principal de las políticas de educación y formación recae en los Estados miembros, y la Unión Europea sólo tiene un papel de apoyo. Sin embargo, hay una serie de retos que son comunes a todos los Estados miembros -el envejecimiento de las sociedades, el déficit de cualificación de la mano de obra, la competencia mundial y la educación infantil- y que, por tanto, exigen respuestas conjuntas, en las que los países trabajen juntos y aprendan unos de otros[1].

Mientras que la formación profesional fue identificada como un área de acción comunitaria en el Tratado de Roma de 1957, la educación fue reconocida formalmente como un área de competencia de la UE en el Tratado de Maastricht de 1992. El Tratado establece que la Comunidad «contribuirá al desarrollo de una educación de calidad fomentando la cooperación entre los Estados miembros y, si fuere necesario, apoyando y completando la acción de éstos en el pleno respeto de sus responsabilidades en cuanto a los contenidos de la enseñanza y a la organización del sistema educativo, así como de su diversidad cultural y lingüística».

El futuro de las competencias, Trabajo y empleo, Formación profesional

Cuando se trata de encontrar un trabajo y de animar a los profesionales emergentes a sobresalir en su nueva trayectoria profesional, asegurarse de que los graduados tienen las habilidades necesarias para el puesto desempeña un papel esencial. Los estudiantes que no tienen las habilidades necesarias se encontrarán rápidamente con dificultades en su nuevo puesto. Pueden empezar a perder la confianza en sí mismos y sentirse inseguros sobre lo que deben hacer. Las empresas que los contratan también se sentirán frustradas al perder dinero y tiempo. Se encuentran formando a nuevos empleados que no tienen la visión y los conocimientos prácticos que necesitan para hacer aquello para lo que fueron contratados.

No sólo los estudiantes se sienten seguros de sus capacidades, sino que los propios empresarios saben que han hecho una elección sólida en su nueva contratación y que pueden contar con ella para empezar a destacar en el puesto rápidamente.

Para quienes estén interesados en los beneficios de la formación profesional para la capacitación laboral y la preparación de la carrera, he aquí algunos de los aspectos positivos clave tanto para los estudiantes como para los empleadores con este tipo de camino de preparación de la carrera.

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